Crema para el cuero. Receta

Si te gusta hacerte tus cosas, seguramente esto te interese. Te contamos qué ingredientes usamos y por qué.

Mucha gente nos pregunta en el taller por alguna crema que vaya bien para el cuero. En el mercado hay variedad de ellas, orientadas a distintos usos, pero todas se basan en lo mismo: introducir grasas y aceites en el cuero para conservarlo, o ceras que protejan la superficie.

También algunos talleres hacen la suya propia, con distintas composiciones que a menudo son secretas. Nosotros no íbamos a ser menos y hace tiempo que producimos nuestra crema para usarla en el taller y venderla (puedes comprarla on line aquí). Como nos gusta compartir estos saberes, aquí está la receta explicada:

Nos pusimos a buscar información y ¿dónde acabamos? Pues mirando lo que hacían los los conservadores del Museo Británico, si se hace, se hace bien. Si queréis sacar vuestras propias conclusiones podéis echar un vistazo a este enlace. Nosotros, a la fórmula a la que llegamos es la siguiente:

  • Aceite de oliva virgen extra (60%)
  • Cera virgen de abejas (15%)
  • Lanolina (15%)
  • Aceite de romero (10%)

La base, como veis, es el aceite de oliva. Lo de que sea virgen extra parece exagerado pero tiene una razón de ser que nada tiene que ver con sus cualidades nutricionales o culinarias: es la variedad que mejor resiste el enranciamiento al ser extraído en frío y conservar algunos antioxidantes como la vitamina E. Si habéis consultado la fórmula del Museo Británico habréis visto que la base es bencina o hexano, que son solventes apolares derivados del petroleo. Todo esto puede que suene un poco técnico o un poco de científico loco, pero es importante, hacen que penetre mejor la grasa en el cuero y después se evapora, pero son tóxicos y -la verdad- entre usar un producto natural como el aceite de oliva o un derivado del petroleo nosotros lo tenemos claro. Pero si lo queréis que vuestra crema penetre un poco más en la piel, podéis añadir unas gotas de trementina.

También hemos sustituido el aceite de cedro por el de romero, por aquello de los productos de cercanía. La función es la misma: son aceites con cualidades antisépticas que previenen el crecimiento de hongos y bacterias que podrían pudrir el cuero.

Los otros dos sí son los mismos, la lanolina y la cera de abejas, muy buenos para el mantenimiento del cuero tanto en el interior como en la superficie.

Mezclarlos no puede ser más fácil: se funde la cera virgen y sin que esté demasiado caliente se mezcla fácilmente con el resto de ingredientes. Después se vierte en un recipiente y se deja que vuelva a solidificar. Debería quedar una crema sólida pero untuosa. En el caso de ambientes muy fríos o muy calurosos se puede variar la proporción de aceite y cera para que al enfriar tenga la consistencia adecuada.

Para aplicarla lo mejor es usar un trapo, cubriendo toda la superficie con una pequeña cantidad y frotando bien para que penetre en el cuero. Hay que tener en cuenta que es muy grasa y no sirve para todas las pieles. Dependiendo del acabado penetrará mejor o peor y la oscurecerá más o menos. Conviene, para no manchar, retirar cualquier exceso con un trapo limpio y -si se quiere- frotar para sacarle el brillo.

No queremos terminar sin hacer un poco de homenaje al sitio donde compramos la mayoría de ingredientes: La tienda de Manuel Riesgo, negocio más que centenario y que por suerte para Madrid se mantiene activo. Tan escasos y tan necesarios, sitios así que permiten hacerte las cosas tu mismo, de forma particular o para proyectos como el nuestro que defienden una actividad productiva en el centro de la ciudad.

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