Lo primero es la ubicación: la plaza de Conde de Barajas es un oasis en medio de Madrid, un lugar muy desconocido, muy tranquilo, completamente peatonal y con árboles. Siempre hemos pensado que el taller tenía que ser un sitio al que gustar ir, muy de comprar las cosas en persona porque son todas distintas y hay que tocarlas, verlas, estar en el taller. Por eso tenía que estar en un lugar céntrico, al que fuera fácil ir pero al mismo tiempo tranquilo para que pudiéramos trabajar y mantener la idea de taller-tienda juntos.

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En esta plaza además se hacen algunas cosas muy interesantes, de esas que hacen nuestra ciudad un poco mejor y sólo se pueden hacer si hay sitios así. Nos referimos a la feria de pintura de los domingos, o el torneo anual de ajedrez infantil.

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Así que hemos abierto mucho el local a la plaza